Día 3
Me despierto animado. Las molestias son menores aunque el aspecto del pene es igual de lamentable que los días anteriores. El color violáceo del edema ha incluso virado hacia un azulón oscuro. Las baldositas siguen encabalgadas sobre la parte inferior del glande y la sensibilidad es todavía elevadísima. Sin embargo, me encuentro más cómodo, puedo incluso andar con relativa facilidad, aunque sigo sin poder agacharme y subir escaleras.
Por la tarde, me animo a dar un paseo. Ando como un anciano, pero tenía ganas de tomar el aire. Tengo las articulaciones entumecidas de tanto estar tumbado. Por ello, me ducho completamente por primera vez desde la operación. Sin gasa ni calzoncillo, el pene carece de sujeción y cualquier movimiento molesta muchísimo, especialmente la presión del edema sobre el glande. Seguro de mí mismo, oriento la ducha sobre el pene. Grave error, la sensibilidad todavía es grande y la sensación es brutal.
Por la noche prefiero prescindir del Nolotil, así que tomo simplemente un Paracetamol. Tengo la intención de volver a la facultad al día siguiente, así que me acuesto pronto, a eso de las 11, para tener tiempo por la mañana a quitar y poner la venda. La noche es más o menos agradable, pero a las 6h15 prefiero levantarme antes que seguir padeciendo las dichosas erecciones matutinas.
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